Con el uso, cada canal R-G-B envejece distinto. El resultado son “costuras” entre módulos, nubes en grises y, en un full white, zonas más oscuras o ligeramente teñidas; a veces también aparecen píxeles dañados que antes no notabas.
No es un fallo del concepto LED: es falta de calibración. El remedio es medir y ajustar: fijar un punto de blanco coherente, igualar ganancias RGB por módulo y dejar perfiles de brillo que sigan los horarios y la luz real del lugar.